¡No se puede venir a Limouxin y no ver el viñedo!
Presente en todo el territorio, ofrece paisajes lineales y ordenados en entornos naturales, que varía con las estaciones y colorea las laderas del pech, y los bordes de carreteras y caminos.
Auténtica riqueza del territorio, es el resultado de un saber hacer de calidad, reconocido por las AOC, en particular por la famosa Blanquette de Limoux, los crémants y muchos otros vinos refinados que harán las delicias de su paladar, con moderación.
Por todo ello, sigue siendo un microcosmos de marcada biodiversidad, tanto más cuanto que una gran parte de los cultivos son ecológicos o razonados. No es raro observar un gran número de animales: conejos y aves de todo tipo, ranas, áspides y otros insectos, paseando por los verdes pasillos. Mantén los ojos bien abiertos.