El primer vino de burbujas, la Blanquette de Limoux nació en la Edad Media en la bodega de la Abadía de Saint Hilaire. Un monje descubrió que el vino que había embotellado y tapado cuidadosamente con corcho estaba formando burbujas (fermentación en botella). El primer brut del mundo acababa de nacer en la abadía benedictina de Saint Hilaire, que contrasta su verticalidad de piedra rubia con la geometría perfecta y horizontal de las hileras de viñas. Los historiadores han encontrado textos de la época que ya mencionan flascons de Blanquette de Limoux, procedentes de Saint Hilaire.
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El manuscrito más antiguo en el que se menciona la blanquette de Limoux, data de 1544.
Para regar sus victorias, el Sieur d’Arques no deja de «lamper los «flascons de Blanquette de Limoux» que le ofrecen los cónsules de la Ciudad. Ya en el siglo XVII, nuestros vecinos del otro lado del Canal de la Mancha sucumbieron al encanto del vino espumoso. El escritor inglés Georges Farquhar escribió «el brut chispea como las buenas palabras de un hombre ingenioso.«
El brut chispea como las buenas palabras de un hombre ingenioso.